Amor de retos.

Le dije a la señora de las flores, que me diera una de esas baritas delgaditas con pelusita roja. Mejor dos. Quiero también un girasol. Ella me contestó que no tenía. Pero si yo los estaba viendo, eran como veinte. Insistió en que no tenía. Le dije otra vez que ahi los estaba viendo. Es que están cerrados, me dijo, no se abren esos, así me llegaron. No le hace señora, es que seguramente no les ha pegado sol y por eso no se han abierto. Están bien tristes ya llevan todo el día así. Entonces le dije que me diera el más cerrado que tuviera.

El girasol más triste ahora está abiertito, lo puse en agua y en un jarrón azul transparentoso junto a la ventana en mi cuarto. A ver si con el paso de la semana en los días que le doy besitos, le hablo bonito, lo veo con gusto y le guiño el ojo, se termina de abrir por completo.